Regresan las novilladas a Sevilla, y la verdad que apetece ver al futuro. Esta novillada estaba bien configurada para ver a tres conceptos de futuro que tienen buen ambiente entre los aficionados. Dos están próximos a la alternativa (Lorenzo y Marín), y otro, Aguado, tiene algo que lo hace diferente, pero podemos decir que esta de abono reunía lo mejor del escalafón inferior.
La novillada de El Parralejo, comoda de presentación, le faltó raza y motor en términos generales, mansos algunos, - el quinto en mayor grado - destacando por su nobleza el segundo novillo en el que Marín no llegó a entender.
Álvaro Lorenzo estuvo solvente y con oficio con un novillo reparado de la vista y que dificultó la lidia en los primeros tercios con susto incluido a José Aponte Candelas. Faena inteligente, ligada y demostrando mucho sitio. Faena pulseada con la mano derecha, con mucha firmeza y dejando sabor a novillero puntero, próximo a la alternativa. Tras unas bernardinas ajustadas, y una gran estocada, fue premiada con una justa oreja.
Con el cuarto, Lorenzo volvió a demostrar sus cualidades y virtudes ante un novillo soso y sin clase. Saludo capotero de forma templada que tuvo empaque y estética. Luego en el último tercio, temple, poder y sitio, con varias series de naturales de muchos kilates. Tras fallar con al espada fue silenciada su labor.
Ginés Marín recibió con verónicas templadas y suaves a su primero que tenía buenas acometidas por ambos pitones. En el caballo apretó . Desde los medios y de hinojos recibió al toro para aprovechar las nobles y largas acometidas. Toro que le faltó motor en la muleta y que Marín recetó series muy firmes, pero quizás ahogó en muchas de ellas las buenas sensaciones de este novillo, bajo de hechuras, pero de comportamiento más que destacable. Otra lidia hubiera sido más acertada. Tras una estocada se le pidió una tímida oreja que la Presidencia no concedió.
Se onformó con una agridulce vuelta al ruedo.
Con el manso y descastado quinto Marín solamente pudo estar voluntarioso y firme. Mucha disposición ante un animal que no merecía nada. Buena actitud y poco más.
Pablo Aguado sorteó un novillo que se rajó muy pronto por su escasa clase. Lanceó a la verónica con el gusto que le caracteriza pero sin llegar a rematar. En la muleta manseó hacia tablas, y todo quedó en detalles por ambos pitones ante un toro desrazado. Con la espada mal el sevillano.
Con el último de la tarde, destacó el recibo en los medios con seis faroles de rodillas que pusieron la emoción en la plaza. Novillo que transmitió poco y que solamente Aguado pudo dejar constancia de algún detalle suelto de su toreo natural. Le queda otra en el abono para probar mejor suerte.
Foto: Diario de Sevilla (Juan Carlos Vázquez)
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