Pues cuando hay toros resulta que la gente se entretiene, valora el esfuerzo, o falta de actitud, de los toreros, y parece que el festejo recobra otra ilusión, otra perspectiva más optimista, y todo hace ver que la tauromaquia, por mucho que digan, y dirán, tiene algo que llama la atención a todo el que se acerca a una plaza de toros. Y para esta tercera de abono quizás se hayan acercado algo menos de la mitad del aforo. Y es que cuando hay toros la gente no se aburre. Y esta tarde ha habido toros, de desigual presencia de Torrestrella, alguno de hechuras discutibles, pero que ha tenido una nota positiva, es que se han dejado la mitad de ellos, y 2º, 3º, 4º - el mejor de la tarde - y 6º han tenido nobleza y trasmisión para el público, con muchos matices, pero se ha podido ver en conjunto una corrida más toreable de lo que han interpretado los toreros actuantes. Y es que cuando hay toros, quizás en algunas ocasiones no hay toreros. Y hoy estos tres toreros tenían fundamentos para venir con otro ánimo a Sevilla, y sólo Garrido, y cuando se puso a torear, ha demostrado su ilusión y sus ganas. Los demás deben pensarse objetivos y aptitudes.
José Garrido se fue a chiqueros para recibir a su primero. Luego interpretó un toreo a la verónica para recibir a su primero con cuatro verónicas y una media de belleza artística y plástica. Lástima que el animal durase poco por su escasa acometida y fuerza. Noble pero sin motor. Abusaron de los capotazos, y una lidia pésima, y todo se vino abajo.
Con el cuarto, de nombre "Ruidoso", un noble y exigente toro que peleó en todos los tercios el extremeño desplegó toda su tauromaquia. Volvió a dejar patente su gusto con el capote, y los aplausos de la tarde fueron para ese recibimiento capotero. Toro que fue al caballo con prontitud y galopó con boyantía. Lo recibió de hinojos pegado a tablas y ya se veía la disposición del torero y calidad del toro. Faena de más a menos donde falto rotundidad. Faena pinturera, con muchos adornos, pero quizás le faltó mas rotundidad con el toreo fundamental. Tras una estocada entera, se le premió con una oreja. Quizás se conformó con una, pero un torero, con unas condiciones óptimas para comerse el mundo taurino, delante de ese toro, tenía que haberle cortado las dos orejas. Y quién sabe si ese toro, en otras manos hubiera merecido un premio mayor. Me lo guardo como apunte. Había toro para algo más.
Alvaro Lorenzo supo ver las bondades del primero de su lote. Toro que tomó dos puyazos muy medidos y que tuvo recorrido y cierta nobleza en la muleta. Faena entonada con series aceptables por la derecha que motivó que sonase la música. Torero poderoso, le cogió tarde el temple a ese toro, destacando dos series con la mano derecha. Con la izquierda se acopló menos. Mato horrorosamente y todo quedo en un silencio maestrante.
Con el quinto, un toro más abierto de pitones, acusó el animal una voltereta en un lance de la lidia cuando se disponía a acudir al caballo, y quedo mermado para el lucimiento. Lorenzo puso voluntad y poco más.
En el primero, Ginés Marín tuvo un primer oponente que tuvo nobleza pero exceso de sosería. El torero dio muchos pases pero no afinó en su acople y colocación. Lo peor es que el público se impacientó. Faena sin ritmo, sin que toro y torero se pusieran de acuerdo.
A chiqueros se fue en el que cerraba plaza. Marín sabía que la tarde se ponía cuesta arriba y había que sacar conclusiones positivas para la temporada. No era su tarde. Con un toro que pedía otros terrenos, y unas teclas adecuadas, Marín porfió con mucha voluntad, quietud, pero sin que la cabeza le funcionase para que aquello tuviera otra interpretación. Mal colocado, con muchos pases sin sentido, todo se quedó en el aire. La tarde pesaba, y Sevilla se olvida pronto. Tras una estocada fue silenciada su labor.
Foto: Twitter Maestranza-Pagés
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