«Con el falso pretexto de la defensa de los animales, el nacionalismo radical ha conseguido su propósito de convertir en un circo mediático las sesiones del Parlamento catalán sobre la prohibición de los toros. La crispación alcanzó su punto culminante tras la comparación lamentable entre la Fiesta y la ablación de clítoris, los malos tratos a la mujer o la lucha entre gladiadores. Por supuesto, el objetivo último es eliminar cualquier vestigio de la cultura común a todos los españoles, en contra de las evidencias históricas y sociológicas sobre el arraigo de los toros en Cataluña. El dogmatismo seudocientífico impide a los «abolicionistas» reconocer que la tauromaquia forma parte esencial del arte y la cultura, como reflejan -entre otros muchos casos- los dibujos de Pablo Picasso que ayer publicaba ABC. Novela, poesía, artes plásticas y otras muchas manifestaciones culturales expresan a través de obras inmortales el componente épico de la Fiesta taurina. Prohibir la Fiesta de los toros supone un atentado contra los derechos individuales y contra un hecho cultural de máxima relevancia. Así lo ha entendido con acierto la Comunidad de Madrid, quien ayer decidió declarar la Fiesta de los Toros Bien de Interés Cultural. El Gobierno de Esperanza Aguirre, presto al quite, ha demostrado, además de reflejos, coherencia y sentido político.
Prohibir la Fiesta es -lisa y llanamente- un «crimen contra la libertad», como proclamaba Santiago Martín, «El Viti», desde la Tercera de ayer.
Es inútil razonar contra quienes prefieren hacer oídos sordos a cualquier argumento objetivo. Algunos apelan al sufrimiento de los animales, pero su actitud -falsamente progresista- no les impide asumir con naturalidad otro tipo de daños que se infligen a los seres humanos al amparo de razones injustificables. Ese «progresismo» lleva a algunos a defender el derecho a la vida del toro, pero a negárselo al ser humano concebido. Las comparecencias que se desarrollan en la Cámara catalana suponen ya un triunfo para los radicales, con independencia del resultado final de un procedimiento legislativo que nunca tendría que haberse iniciado. La libertad es uno de los valores superiores de la Constitución y debe inspirar todo el ordenamiento jurídico, en el ámbito nacional o autonómico.»
*Editorial publicado en el Diario "Abc" (5/3/2010)
*Editorial publicado en el Diario "Abc" (5/3/2010)
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