¡NO Sr. Boadella, aquí NO!

Boadella, catalán y aficionado

Tengo profundo respeto y admiración por el actor y dramaturgo catalán, Albert Boadella, ya que como saben ustedes es un reconocido militante de la “res taurina”, y por tanto conocedor del engranaje del sistema cultural actual, en lo concerniente a la fiesta nacional.

No sea esta modesta columna la que motive el empañamiento de la trayectoria de un artista único, - ¡¡Válgame Dios!!, que diría D. Sancho en el Quijote – sino simplemente comentar lo que ha dicho en la clausura de unas jornadas taurinas celebradas en Arevalo (Avila).

Sobre la prohibición de los toros, el dramaturgo ha expresado que «En Madrid y en Sevilla puede ocurrir lo mismo que en Barcelona», y sinceramente creo que sus palabras exceden más allá del contexto y realidad social de esa geografía. Posiblemente el contexto de esas declaraciones las haga desde la perspectiva parlamentaria y desde el enfoque de las iniciativas legislativas populares, que en el caso de nuestra Comunidad Autónoma, se realiza mediante los preceptos de la Ley del Parlamento de Andalucía, 5/1988, de 17 de octubre, de Iniciativa Legislativa Popular y de los Ayuntamientos.

Si esa garantía, siempre democrática, ha operado con cierto “ruido”, y ha provocado que un régimen, democrático, y sin criterio alguno, se haya erigido en portavoz de la sinrazón y del absurdo, no siempre ese caso concreto debe ser extrapolable a otras Comunidades Autónomas , ni por supuesto a la realidad social de Andalucía, y quizás, en menor medida, a Madrid. ¿Por qué?:

Primero, porque sencillamente el contexto social, cultural, económico y político de estas dos comunidades difiere en su totalidad con el de Barcelona, y por tanto, la “temible” iniciativa legislativa que se intenta “colar” en los distintos parlamentos tiene todos los predicamentos para que no prospere su implantación, que no su tramitación, que por supuesto, y siguiendo con la Ley citada anteriormente, deberá ser votada en el Pleno o Comisión correspondiente.

Y por último, dicha “praxis” abolicionista que se ha impuesto en Cataluña, viene precedida de unas malas prácticas empresariales, y sobre todo por la influencia de unos políticos y “asesores” que han jugado con dicha clase gubernamental, aprovechando la incertidumbre política y social de un territorio, y esa incertidumbre, por ahora, no existe en Andalucía, ya que tanto el PSOE, partido que gobierna, como el PP, partido que intenta gobernar, tienen las ideas muy claritas sobre la defensa y promoción de la fiesta, puesto que así lo han manifestado en el Parlamento de Andalucía.

Por eso, Sr. Boadella, ese discurso abolicionista, no toca por ahora en Andalucía, pues holgadamente ganamos en la realidad social y económica de un sector, el taurino, que supone en nuestra región un porcentaje del PIB superior a la de la media española (1.5), y donde el desarrollo sostenible de sus dehesas, están por encima de la media europea, y por tanto donde cientos de puestos de trabajo, dependen de dicha actividad y realidad, lo que acredita que la única diferencia notable, entre una región y otra, es que en Cataluña dicha realidad se desconocía por la ignorancia del sector político y social imperante.