Es significativo, en tiempos de cambios y sistemas globales, con la recesión económica mirando de reojo al pueblo íbero, que un «colaborador-apoderado» del diestro José Tomás, llamado Salvador Boix, no se le ocurra una lindeza mayor que decir que es un «partidario cien por cien de la autorregulación del toreo, las administraciones Públicas están haciendo mucho daño a la Fiesta».
En absoluto, estoy de acuerdo con esta afirmación; Como aficionado, y como firme partidario de la doctrina del servicio público, - la que ejerzo - como elemento principal que garantiza los derechos y libertades de la ciudadanía, bajo la premisa del principio de legalidad, debo expresar que la fiesta no encontraría la solución en el punto que desea el Sr. Boix.
El cántico de la autorregulación como «formula magistral de los taurinos» aparece siempre cuando coexisten problemas económicos, - que los hay – o cuando los estamentos profesionales ven indicios de conflictos laborales que pueden provocar el estallido reivindicativo de los «más fuertes» en contraposición con los «más débiles», y eso principalmente fundamenta que todo aquello que se enquiste en esa doble posición, la debe resolver la Administración, que es la presunta culpable de todos los males para los taurinos; Y de ahí que pida – ¡¡hasta por Salvador Boix!! – la autorregulación, tan defenestrada hace muchos años por el propio Boix, cuando acudía a los foros de aficionados en Cataluña. Es tiempo de cambios, y habrá pensado: Me sumo al cambio.
Pues bien, desde mi humilde posición creo que el problema de la fiesta, - ¿«problemón»? – esta en el propio sector, y en su «pacífica guerra» de intereses que hacen que la Administración no interceda a cumplir con plena efectividad el mandato recogido en las leyes y reglamentos.
Me consta que la Administración dialoga, y apoya en ocasiones la fiesta, - en Comunidades lo hace con verdadera vocación: Andalucía, Extremadura, Madrid, Castilla La Mancha, Valencia, Aragón...etc – y trabaja para ello, con mayor o menos intensidad, pero siempre con interlocutores que aprovechan la coyuntura para decir una cosa en los despachos, y otra en la calle, y con posiciones verdaderamente enfrentadas y contradictorias.
¿Quién defiende a quién?. No lo se. Por eso el fantasma de la autorregulación aparece y desaparece de forma guadianesca cuando cohabitan problemas de calado de fondo que los taurinos no son capaces de resolver, y plantean ese sistema como único método para salir de la crisis.
La Administración, como siempre, podría hacer más de lo que hace, puesto que tiene la potestad para ello, pero la fiesta debe estar regulada como está, y con un órgano de control transparente e independiente, ajeno a los intereses de los taurinos, y con los mecanismos necesarios para ello. La afición, y público asistente a un espectáculo taurino, debe exigir que todo aquello sea lo más íntegro posible, y que no existan manipulaciones de ningún tipo.
Si tenemos en cuenta que ahora en la fiesta – protegida y amparada por la «fiscalización» de la Administración, - existe, desgraciadamente, una disfuncionalidad en velar por la integridad del espectáculo, no quiero ni imaginarme, con el sistema propuesto por Salvador Boix, las situaciones y/o actuaciones que implicaría dicho formato, con efectos totalmente perversos para la posición del aficionado, sometido al régimen de garantías y recursos de la propia organización taurina, instaurándose el cachondeo oficial en la fiesta nacional. Seamos serios con los planteamientos, y con fundamentos que sirvan a todos los interlocutores, ya sean públicos o privados. Fantasmadas, las justas y necesarias.
3 comentarios:
a la administracion dentro de poco le estorbaran los toros y si no al tiempo.
el cortinar
Perfecto lenguaje "herreriano", no de "Herrera", sino de Herrerías... aquí te dejo el camino a unas muestras. Saludos.
http://www.jornada.unam.mx/1997/12/14/mas-toros.html
http://www.jornada.unam.mx/2000/10/20/17an1esp.html
http://www.jornada.unam.mx/2000/11/10/17an1esp.html
Muchas gracias por vuestros apuntes.
saludos
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