La práctica de la Cuaresma - que según los historiadores data del Siglo IV- y con la practicada tendencia de que los creyentes nos constituyamos en vocación de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, se caracteriza por el ayuno y la abstinencia. Todo ello justificaba que en ese periodo de tiempo, introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad cristiana nos esforzamos en realizar una profunda renovación interior.
Y este prólogo viene a colación a la similitud de practica con la que yo he denominado, con todo el respeto y humildad, con la denominada «cuaresma taurina», que en esencia supone extrapolar el significado o naturaleza de aquella, con la ficción de su finalidad en el mundo taurino, y desde la perspectiva del aficionado.
En este periodo de febrero al mes de abril, donde el olor a incienso y pasión se funden con la renovada ilusión de que comience la temporada taurina con la practica habitual de renovar un abono, debemos valorar que la penitencia y renovación que debe presidir la etapa cuaresmal taurina no esta bien explicada por los pastores del sector taurino, y la indecisión y apatía pueden ser aliados de los aficionados de cara a la extensa y debilitada economía en la feligresía taurina.
Está claro que este periodo de ayuno y abstinencia taurina puede ayudar a reflexionar al débil creyente taurino a pensar que mucho tiene que cambiar la «litis taurina» para que enarbolemos una cara dulce y amable a los pastores de cara a la renovación del voto de la fe taurina, a tenor de las mediocres parábolas taurinas que nos envian los poderosos.
la pregunta es sencilla: ¿tenemos fe los aficionados?. La respuesta debe tener su fundamento y conciencia en esta cuaresma taurina, que para muchos esta siendo una incognita a despejar, para otros muy complicada, y para aquellos que la asfixia económica les invade, eternamente agobiante.
Mucho ayuno, y más abstinencia puede ser el resultado ¿trágico? de esta cuaresma taurina, que tiene todos los predicamentos de que el Domingo de Resurrección se convierta en la antesala de una semana de Pasión melancólica y gris ante la escasez de feligreses en la cuaresma taurina.
Por ello es importante tener fe y esperanza; y la siempre renovada ilusión de creer en algo que reconforte el alma, y lamentablemente eso sólo ocurre, en la órbita taurina, en escasas ocasiones, y con pasajes muy reconfortantes, pero sin la continuidad deseada. Como creyente no pierdo la fe.
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