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jueves, 10 de octubre de 2013

La antigüedad como tradición

Era una cuestión de estilo o tradición, llamenló como quieran, pero sonaba algo raro que en un festejo taurino un novillero habrá un cartel como «telonero» de lujo para luego ver a las "figuras". Eso iba a ocurrir en Sevilla, en la Maestranza, la que curiosamente recela de cambios y aspectos estructurales por aquello de la defensa de lo artístico y tradicional. 
Pues lo mismo ocurre con la tradición inveterada de la antigüedad como fuente inspiradora del rito que conlleva el arte de la Tauromaquia. En este debate hay defensores y detractores; es normal, el público, o la afición, no entiende las razones empresariales (Canorea&Valencia) o corporativos (abogados de los toreros) para presionar quizás a la Administración para imponer una costumbre o "invento" que al final ha salido mal, pero precisamente por esconder un deseo que se anhelaba desde hace algún tiempo. Con la certeza de una verdad se llega a buen puerto, y explicándolo mucho mejor. 
Jurídicamente el planteamiento inicial que se publicitó no tendría relevancia mayor - no hay que negar que la tiene - si cogemos la literalidad del artículo 52.6 del Reglamento Taurino de Andalucía que expresa que «Los espadas anunciados estoquearán por orden de antigüedad profesional todas las reses que se lidien en el espectáculo ya sean anunciadas o las que se sustituyan», en un contexto cuyo artículo se encuadra directamente en el Capítulo XI que lleva por nombre «Disposiciones generales de la lidia», regulación que el legislador ya advierte en el artículo 52 que «el desarrollo del espectáculo se ajustará a lo que se dispone en este artículo y en los siguientes o, en su defecto, a los usos tradicionales». 
Sobre esa contextualización de los «usos tradicionales», y el festejo a celebrar el próximo día 12 de octubre en la Maestranza, advierto que, salvo las particularidades que se establecen para los festivales (Art. 67) que no van más allá sobre aspectos menores ( reconocimiento, reducción de caballos de picar, y la intervención de cualquier categoría profesional, etc.), existe una interpretación más favorable, y que respeta lo dispuesto reglamentariamente, y es aquella que contempla la posibilidad de abrir cartel a un novillero con la consiguiente motivación:  conforme a la clarificación de la categoría profesional del interviniente, no existe antigüedad competencial respecto a otro profesional de su misma categoría, por lo que su participación como «telonero» no afectaría a lo dispuesto en el citado artículo 52.6 del RTA, lo mismo que no afecta que un rejoneador, en este tipo de festejos, sea el que abra el cartel anunciador.
Pero la reflexión jurídica - no exenta de interpretaciones - ha quedado «aparcada», ya que la tradición se ha impuesto en el pensamiento de la sensatez, y el sentido común ha dictado que un profesional - Morante de la Puebla - con mayor antigüedad sea que el intervenga en primer lugar - tras varios «malentendidos» que alguien nos debe explicar -  y relegue al novillero a su puesto natural, y es que los «usos tradicionales» de un espectáculo, y el culto a un rito deben siempre prevalecer frente a la interpretación,  aunque sea conforme a derecho, de la norma taurina. O se aplica en el conjunto de un nuevo contexto social - que estimo que debe ser igual para todos, y no al arbitrio de un «poder fáctico» - con una misma linea argumental, o dejamos que la tradición sea una señal de identidad en nuestro espectáculo. Y es que el Tribunal Supremo, en una sentencia de fecha 23 de junio de 2000, reflejó el sentir de la categoría de un profesional taurino, y dio validez a esa «tradición al expresar que «la capacitación profesional no se obtiene mediante la obtención  de la correspondiente titulación oficial sino por la práctica continuada en la forma reglamentariamente establecido, único modo de garantizar un nivel profesional digno», y que so sepa, en mi condición de aficionado, en la fiesta de los toros siempre se ha respetado la antigüedad y la tradición como ejes principales para salvaguardar, y avalar, la categoría profesional de un matador de toros. Una vez más la tradición se impone a la modernidad. Por si había alguna duda, yo me quedo con la tradición.

Foto: Pérez@larcón
 

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