
El acto social de los noventa y principios de la primera década del siglo veintiuno ha dejado paso a una afición menguada y a veces huérfana de referentes taurinos. Muchos se agarraban –nos agarrábamos- al trozo de madera en medio del océano que ha representado José Tomás o a los chispazos intermitentes de Morante de la Puebla. Lo demás ha sido casi siempre un naufragio de la pureza, un ademán de tauromaquia, un desfalco a la belleza.
Esta feria, en fin, tiene el aliciente de Morante, quien con un catálogo de verónicas puede dar sentido al abono. Hubo un año en que un puñado de lances de Curro Vázquez, el último día del serial, compensó con creces los sinsabores del resto de la semana. Es la magia secreta de un arte que, incluso a los que nos batimos en franca retirada, nos devuelve un hálito de esperanza. Morante es el clamor de una tauromaquia edificada sobre el sentimiento y la verdad.
Pero la fiesta no empieza y acaba con Morante y José Tomás, claro, sino con las ganaderías, con el toro, rey del espectáculo. El juego que repartan los hierros de Torrehebreros, Garcigrande, Juan Pedro Domecq, Parladé, Torrehandilla, Domingo Hernández, Carmen Lorenzo y Benjumea determinará la grandeza del toreo y medirá la técnica, el valor y el arte de las figuras, aunque entre ellas eche de menos a Alejandro Talavante, además de al monstruo de Galapagar.
Este año Chopera está promocionando la feria como nunca lo había hecho. Supongo que se ha dado cuenta de que el espectáculo no se defiende solo, como dijo una vez Enrique Ponce. El empresario vasco también ofrece descuentos para los jóvenes y ha diferenciado los precios entre los festejos de las figuras y el resto. Perfecto. Bienvenido sea. Sin embargo, la fiesta necesita un notable recorte de precios, un ajuste de los principales espadas. Ir a un tendido en Almería sigue siendo un ejercicio de funambulismo contable en demasiados hogares. Si quieres asistir con tu pareja a la sombra, a ver a las figuras, tienes que apoquinar 67 euros por cabeza, es decir, 134 euros, más la merienda, etc. Las cosas no valen lo que tú crees que valen –y hablo como empresario-, sino lo que la gente cree que vale. Y esta es una lectura que los taurinos tendrían que comenzar a plantearse antes de que el barco se hunda del todo. Entre tanto, espero que Morante saque el tarro de las esencias y ponga la plaza boca abajo.
*Alberto Gutiérrez Delgado, Director del www.elperiodicodetudia.com

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