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viernes, 15 de junio de 2018

Novillada de abono en Sevilla: Los pañuelos de La Puebla se fueron para Vilches

Al dirigirme a mi localidad, y en los alrededores de la plaza, una cuadrilla de chavales me "asaltaron" para ofrecerme un pañuelo blanco, con la intención de "pedir el premio para "El Liqui" que torea en tercer lugar". Obviamente capté que el mensaje era para neófitos en la materia, y rehusé hacer cualquier comentario posterior, pero el mensaje de la novillada de abono era claro; la gente venía con ilusión y marketing para ver a los novilleros actuantes.
Me parecen bien estás ideas, pero la fiesta no debe edulcorarse de efectos especiales y sí de sentimiento, competencia y oportunidad.
Se lidiaba un encierro de López Gibaja, correcta de presentación, con algunos toros que se dejaron, como 2º, 3º y 4º, pero les faltó motor, raza y transmisión.
Garcia Navarrete - natural de Vilchés (Jaén) -  tuvo un primer oponente algo brutote en los engaños y que transmitió muy poco al igual que el novillero en la que pecó de frialdad en su trasteo. 
Con cuarto, un novillo que en los primeros tercios no dijo nada, Garcia Navarrete demostró credenciales y planteó una faena corta pero intensa, con una colocación y valor enorme. Novillo incómodo, donde el novillero aguantó miradas y parones, le fue dando el sitio y distancia que marcaba el novillo cono mucha cabeza y templanza. Una serie al natural tuvo empaque con dos acciones largas y templadas. Faena pulcra. Tras una estocada entera en buen sitio se le recompensó con una merecida oreja. 
Carlos Ochoa tuvo otro novillo que le faltó raza para seguir las templadas embestidas inciales. Faena ligera de acción y manos blandas donde dos desarmes inoportunos dejaron la faena inconclusa. 
El quinto, el toro de menos clase de la noche, anduvo voluntarioso ante una nimal que no tenía nada dentro que ofrecer. Se limito a dar pases sueltos sin ningún objetivo. Lo mejor la estocada.  
Daniel de la Fuente debutaba con caballos en Sevilla y la papeleta la resolvió con dignidad con su primero. Un novillo noble que tomó la muleta con nobleza y que cuando se la puso en su sitio y con cierta apreturas su faena tuvo cierta sintonía. Los pases de pecho tuvieron su importancia. Pinchazo y estocada tendida motivó que se esfumara el pequeño anhelo de triunfo. Se le le pidió la oreja - con una plaza donde se repartieron pañuelos a granel- que con mucho criterio la Presidencia no otorgó. El novillero dió una vuelta al ruedo.
Con el sexto, con otra lídia desordenada por parte de su caudrilla, en la que nunca le dieron sitio al novillo, el de La Puebla anduvo muy digno pero sin llegar a despegar del todo. El novillo se paró pronto en una faena coreada por sus paisanos desde el tendido, con peor definición por el izquierdo, y donde se ajustó más por el pitón derecho. Fue silenciada su labor tras volver a fallar a espadas.
Y es que los pañuelos venían de la Puebla, pero flamearon para la localidad jienense de Vilches. En el toro nada hay previsible. 

Foto: Twitter Maestranza-Pagés
 

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