La tercera de abono cumplió con las expectativas creadas y el público salió de la plaza toreando y hablando de la lección de torería vivida en el Coso de la Avenida de Vílches, que para la ocasión fue aforada con más de media plaza en los tendidos. Tarde para el recuerdo por muchos motivos; el primero, porque la terna aprovechó un noble pero flojo encierro de Núñez del Cuvillo, bien presentado, con algún toro lavado de cara, pero destacando sobre todo el 3º, 5º y 6º, - a este último toro de "Farfonillo" se le concedió el premio de la vuelta al ruedo -, y que en líneas generales destacaron en el último tercio, siendo irrelevante su paso por la suerte de varas, donde apenas fue sometida a examen por parte de los varilargueros.
El gran público y los aficionados no olvidarán facilmente esta tarde, donde hemos visto tres conceptos diferentes, tres toreros que venían en situaciones muy distintas y tras la actuación de hoy recordarán esta tercera de abono.
Morante de la Puebla, con un primero flojo de manos, con la raza justa, pero de exquisita nobleza lanceó a la verónica con gusto. Cuidó al animal para luego realizar una faena pinturera, llena de detalles con paisajes antiguos de la lidia, y dejando sabor por ambos pitones en cada serie. Se encontraba a gusto el torero, que tras un pinchazo y estocada se le recompensó con una generosa oreja.
Con el cuarto, otro toro que le faltó clase y motor en el último tercio, el diestro de la Puebla, con la moral por las nubes, y una voluntad por agradar enorme, derramó todas sus energías y duende para el último tercio, donde en terrenos de chiqueros y pegado a sol, enjaretó dos series con la mano derecha, hondos y profundos, que pusieron a la plaza en predisposición para el triunfo. Faena llena de torería, cadencia y naturalidad. Morante en estado puro. Faena de detalles preciosos que tras una estocada algo caída fue recompensado con otra oreja.
Alejandro Talavante con su primero, de bella estampa, pero de duro poco tiempo y desarrolló genio en la muleta. Faena con dos fases bien diferenciadas, una con un inicio espectacular y otra cuando el toro se terminó rajando.
Con el quinto de la tarde, llego el delirio. Talavante bordo el toreó con un toro noble y repetidor que le dejó reivindicarse y formar un autentico alboroto. Se rompió el extremeño en una faena que empezó de rodillas con una serie muy ajustada donde alteró al personal. Unas arrucinas muy apretadas, y series con la mano izquierda de mano baja, templadas, vibrantes y con un temple excepcional motivaron la emoción del público. Faena al natural por ambos pitones, rematados las series con sensacionales pases de pecho, y con un torero entregado. Faena histórica de Talavante en Almería. Lastima que la espada no entrase. Tras dos pinchazos y una estocada, se le premió con una oreja. Gran toro este "Cacareo".
Ginés Marín fue el triunfador numérico de la tarde, y se llevó el mejor lote. Con su primero, dejó patente que quería venir a por todas. Faena algo ligera, ante un animal que repetía pero con escasa profundidad. Desajustes iniciales no terminada de romper la faena hasta que Marín encontró los efectos de sol y ese toreo de cercanías. Tras una estocada le fue concedida una oreja. La gente pedía dos pero la Presidencia con criterio dio una.
El último, un gran toro de Cuvillo, al que Marín entendió, ahora sí, a la perfección. Un toro alegre, repetidor y con mucha clase en la muleta fue un digno colaborador para el torero. Supo darle el ritmo adecuado, y para dictar una lección de toreo al natural, donde más destacó el torero extremeño. Faena limpia, templada y don detalles muy toreros. Los pases de pecho tuvieron expresión. Se arrebató el torero con pasajes toreando al natural sobre la mano derecha para sentir la magia que envolvía a la tarde, y al júbilo de un público incrédulo de felicidad. Otro gran toro. La espada entró a la primera, algo trasera, pero suficiente para que la Presidencia otorgase dos orejas sin discusión. Excelente tarde de Marín en Almería.
Foto: Baltasar Gálvez
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