
Y estimado Carlos, estoy de acuerdo contigo porque esta plaza, a la que adopté como mia hace algún tiempo, desde hace unos seís años no la conoce nadie.
No hace mucho tiempo un buen amigo de Sevilla - que se había apartado de los toros por destinos de la vida -, y que gracias a nuestra amistad se "reencontró" con su afición, me reconocía que la plaza de toros de Sevilla, en cuanto gusto, exigencia y concepto había cambiado mucho, y eso le apenaba. Por eso este análisis de Carlos Crivell pone el dedo en la llaga, y descubre que los aficionados se están cansando...de protestar en Sevilla. Y eso me preocupa. ¿O es que acaso nos "regalan" los abonos?
Dice Carlos Crivell en ww.sevillatoro.com;
«La plaza era la Maestranza, algo que en la tarde de ayer no se podía certificar. A tono con el día, con los toros y los toreros del cartel, la plaza no era la Real Maestranza, era una plaza cualquiera de un pueblo perdido. Qué espanto de Maestranza. Permaneció callada en lugar de alzar su voz para pedir seriedad en los toreros; aplaudió aspectos de la lidia sin méritos añadidos, pero la culminación de su propio abandono, hastío o ignorancia, llegó cuando el chaval Rubén Pinar se permitió el lujo de darse una vuelta al ruedo después de siete descabellos.
En tiempos no muy lejanos, los tendidos 3 y 5 tenían un grupo de aficionados con mando en plaza. Parece que ya no están en sus localidades. Y si van, no tienen ya ni ganas de levantar su autorizada voz para frenar actitudes y gestos impropios de la Maestranza.Sevilla está dejada de la mano de Dios en asuntos taurinos.» Luego, sale un presidente exigiendo algo más de lo que estamos acostumbrados y hay clamor generalizado en su contra.
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