En la Sección del Diario "ABC", en el suplemento "Los Domingos", hoy se pública un reportaje muy interesante de María Jesús Cañizares y Rosario Pérez que lleva el título de "Los clarines de la abolición"
Se trata de una entrevista con el pensamiento de cada uno de los "líderes" políticos de Cataluña acerca de la importante votación del próximo dia 28 de julio. Porque me parece muy interesante os dejo este reportaje en su integridad.
"Seis políticos seis en el ruedo. El Parlament catalán, dispuesto a prohibir al libertad de ir a los toros el mismo día que blindará los corre-bous"
Los representantes de la media docena de encastes del Parlament han atendido gentiles la llamada de un periódico con el prestigio y la tradición taurina de ABC. Es el debut en los ruedos de ecosocialistas y republicanos. Alguno observa con recelo la arena, pero finalmente acepta hacer el paseíllo. Otro fija la mirada en chiqueros, el terreno por donde salen los bravos y también donde se anclan mansos de embestidas torticeras. Bajo la meseta de toriles, en el mismísimo corazón de la Fiesta en Cataluña, la cuadrilla parlamentaria charla. Asciende luego a la barrera, donde divisa con mayor calma una plaza de catalana solera y unos tendidos que los prohibicionistas pretenden cerrar en 2012, cuando entraría en vigor la ley si finalmente se aprueba la ILP. «¿Qué tal se ven los toros desde el burladero?», preguntan. «Adelante, pasen y vean». Y posan sonrientes para la cámara de Job Vermeulen, como si el sexteto perteneciese a la misma camada ideológica. No ha habido tanta sintonía durante un caldeado debate en el bar Bretón, un rincón taurino ubicado en Marina con Diputación y regentado por unos chinos que viven de la Fiesta. Bajamos al sótano, un auténtico museo presidido por dos cabezas de toros. Los ojos de los diputados denotan sorpresa ante las fotografías que cuelgan de las paredes, un arte que muchos no se atreven a reconocer públicamente. Rompemos fuego con una cuestión que levanta ampollas en el bando ecologista: ¿estoquearán la libertad del aficionado? «¿Esta aserción viene del cielo?», responde con sorna Francesc Pané. «Aquí no está en juego la libertad -asevera en su papel de «mesías salvador» de una especie única que no existiría sin la lidia-, sino un modelo de ética y moral del ser humano con respecto a los animales».
Incoherencia republicana
Entra al quite Albert Rivera, figura de clarividentes ideas: «Hablamos de un modelo de sociedad que interviene en el ámbito de las libertades y de hasta qué punto hacemos una equivalencia entre derechos humanos y protección de derechos de los animales. Evidentemente, nosotros elegimos la libertad de las personas que quieren ir a los toros».
En tendido preferente, frente a «Solitario», el veragua con el que triunfó Florentino Ballesteros en 1916, Patricia Gomà acude al trapo de las libertades: «Las leyes reconocen derechos y establecen prohibiciones, como fumar en espacios cerrados -dice envuelta en la humareda de su propio cigarrillo-. Las libertades pueden restringirse para proteger otro bien jurídico superior, como es el bienestar del animal». La incoherencia republicana queda pronto de manifiesto: el mismo día que podrían sonar los clarines para abolir las corridas, los timbales anunciarán el blindaje de los corre-bous, manantial de votos en las tierras de Ebro. «Esquerra no es un ejército ni una secta -subraya-. Dentro del partido hay sensibilidades distintas. A mí me satisface que el Parlament legisle un código de buenas prácticas para los corre-bous, donde no hay muerte».
«No se trata de que los partidos sean ejércitos -replica Rafael Luna-. Para lo que interesa sí hay una disciplina de partido, como para el tema del aborto, y cuando es animalista hay libre elección. ¿Por qué no hacen el voto útil de conciencia los de Esquerra?» El popular se echa la muleta a la izquierda y pone los puntos sobre las íes: «Es un debate identitario. Todo lo que huela a tufillo de España hay que arrancarlo». Identifica con valor a los responsables de la abolición: «Tienen un nombre y un partido, Artur Mas y Convergencia. Quieren prohibir una cultura que forma parte de un conjunto de cultura que es España».
Coge el capote Rull: «Cuestionar la catalanidad de la Fiesta en Barcelona, donde hubo tres plazas abiertas, es ridículo. Más que por proteger los toros, nosotros consideramos que una actividad de esta naturaleza no es coherente con una sociedad avanzada». Colgando en las manos convergentes se encuentra hoy la afición. ¿Dónde se inclina la balanza a menos de dos semanas de la votación y después de que el Estatut haya echado más leña al fuego? «Como mínimo, hay diez diputados con nombres y apellidos que están a favor de las corridas». ¿Y un mínimo de cuántos en contra? «Veinticinco. Por lo tanto, el resto hasta 48 son los que están en posición de indecisos. Ahora va a votar más gente a favor de mantener los toros que la primera vez. Algunos han sido muy sensibles al desarrollo de las comparecencias; otros están en contra de prohibir y entienden que, si la actividad muere, que sea por muerte natural». Estos números podrían poner fecha y hora al entierro de la Fiesta en Cataluña. «Yo estoy a favor de esta prohibición», recalca el portavoz de CiU.
Se planta Rivera en el albero: «Creo que Convergencia ya ha dado orden para que se prohíban los toros, por mucho que vendan libertad de voto. Se cerrará la Monumental. Convergencia y PSC, que siempre van con la calculadora electoral, son los culpables de que se lleve adelante esta ley». Toma la palabra David Pérez, en cuyo partido aún no habían decidido al cierre de esta edición si darían libertad de voto o lo harían en bloque. Mientras unos aficionados ensalzan su defensa de la Fiesta entre los socialistas -lo que le ha costado las críticas en sus filas-, otros reprueban el vaivén de su grupo. «El PSC no ha jugado a nada. Siempre ha puesto las cartas sobre la mesa con las ideas claras». No opinan lo mismo otros diputados. Luna asegura que el PSC ha jugado «a la ambigüedad»; también CiU cree que han bailado la «yenka».
Proteger la nación catalana
El capitán de Ciutadans se cruza al otro pitón: «¿Van a querer prohibir la caza y la pesca los mismos que quieren abolir los toros? No, porque no hay nada identitario». Y enmarca una sentencia gallarda: «Para algunos el bien jurídico a proteger es la nación catalana, como prohibir las clases en castellano. Hay que borrar del mapa aquello que no tenga una identidad única. Pues mire usted, para bien o para mal, los catalanes somos iguales a los demás». Miradas atónitas de los nacionalistas... «La prueba es que hay gente de todos los partidos que va a los toros, que no entienden de ideologías». El verbo de Rivera se adueña del debate. Argumenta con cifras: «En las plazas catalanas mueren 104 toros cada temporada. Al año mueren atropellados 70.000 perros y gatos. No se cumple la ley de perreras porque es inviable. Si el debate fuese animal, ¿nos preocuparían más los toros que las mascotas? Este debate es polémico porque es una cuestión de símbolos. Y lo dice alguien que no ha pisado nunca una plaza».
Luna, alma del partido que ha dado la cara por la Fiesta, critica «el doble lenguaje» de otros partidos. Rivera se ciñe: «Algunos pensamos que los derechos de las personas tienen que estar por encima de la protección de los animales. Sé que es políticamente incorrecto, pero lo digo bien alto: los animales no tienen derechos, sino que son bienes jurídicos a proteger. No critico la estrategia de los antitaurinos, que sabían que el único lugar donde encontrarían mayoría parlamentaria es aquí por una cuestión identitaria, pero sí a a los políticos».
El diputado de ICV discrepa: «Hay gente que se ha obsesionado con creer que la voluntad de prohibir se identifica con lo nacional-catalán, pero no es cierto. Tengo la seguridad de que esa conciencia también existe en otras partes de España, pero Cataluña ha sido la primera en tomarla. Es un debate estrictamente moral».
Hablando de catadura moral (baja), se pone sobre el tapete la comparación del torero con el maltratador. «Eso no se hizo. Pero a una mayoría le repugnan las corridas, al igual que el matrato a la mujer o la esclavitud de los niños...», arguye Pané. «He mirado el diario de sesiones -anexa Rivera-. Y se dice: la misma lógica por la que un hombre maltrata a una mujer es la misma por la que unos señores gozan viendo matar un toro. ¡Si eso no es comparar!»
Planta la muleta David Pérez: «Decir que este asunto es moral no lo acepto, porque eso significa que hay una moralidad superior y llamar a otros bárbaros. También es una tontería que sea identitario, pero algunos lo ven así porque aceptan una difererenciación de Cataluña. La cuestión es: ¿estamos dispuestos a prohibir por una mal llamada ley animalista?» El diputado del PSC cree que vencerá la abolición: «No creo a Artur Mas y su teoría del cincuenta por ciento».
Se hacen apuestas en firme. Los políticos conocen de sobra las posturas y números del próximo 28 de julio. PP (14 diputados) y Grupo Mixto (que incluye a Ciutadans, con 3) votarán en contra de la prohibición; Esquerra (21) e ICV (12), a favor de la ley antitaurina; CiU (48) dará libertad de voto (público) y el PSC (37) parece inclinarse por lo mismo. Cinco de las seis formaciones afirmas con contundencia que las corridas se abolirán. Curiosamente, CiU -el partido que maneja el candado de la prisión o la libertad- es el único que no se moja: «Será una votación muy ajustada», advierte sabedor de que las cifras abolicionistas vencen a día de hoy.
42 euros por barba
Hablamos de la indemnización de 300 millones de euros a la empresa Balañá si se suprimen los toros. ¿Cómo le sentará al ciudadano catalán desembolsar 42 euros por coleta? «Con la iglesia hemos topado, Sancho...» La cuestión parece no interesarle mucho a los vendedores de cuentos de Disney, mientras la sociedad vive asfixiada por la descastada economía del país. El taxista que nos ha conducido hasta el coso resume la voz del pueblo: «¿Pero en qué mundo viven estos políticos preocupados por los toros cuando España se hunde? ¡Que dejen los toros en paz! ¿Qué piensan? ¿Que en el matadero se les mata a besos?» Albert Rivera, enfundado con el terno de director de lidia, refleja el espejo de la realidad: «Los partidos antis no han sido claros con su gente y no han explicado que la indemnización costará más de cuarenta euros por barba. Si preguntásemos a los catalanes, no les haría ninguna gracia. Queda un nido de sospecha y de silencio: ¿por qué en la ley antitabaco no dan facilidades y sí las ofrecen para contentar a determinados empresarios?» En medio de una crisis con más trapío que un miura, Rivera confiesa que los ciudadanos le han «tirado en cara que estemos hablando de una prohibición cuando hay 600.000 mil parados; no entienden que sus representantes políticos pierdan el tiempo en estas cosas».
Subimos las escaleras del bar Breton. Pesan las cadenas que el Parlament de Cataluña, templo de libertades, pretende poner al aficionado. Nos dirigimos de nuevo hacia la Puerta Grande de la Monumental. Tras las rejas, el corralero nos pregunta si hay esperanzas de salvar la Fiesta, de conservar su trabajo, de salvaguardar el derecho de ir a los toros... Si los representantes del pueblo no lo impiden en la hora final, se escribirá la crónica de una muerte anunciada por la hipocresía nacionalista, aunque los paladines de la libertad morirán con la montera (y la barretina) puesta."
Fuente: Diario ABC (Suplemento Los Domingos, de 18-7-10)
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