Se nos ha ido para el cielo, una gran persona, y lo que siempre un aficionado anhela, un buen torero. Solía decir D. Antonio Chenel “Antoñete” que a él gustaría que le recordasen como un «buen torero, que sabia torear», sin entrar en detalles de sí se consideraba o nó una figura del toreo. No lo fué, pero sabía torear y ha sabido “adoctrinar” con su tauromaquia a los exigentes aficionados de Madrid, y de España. Ha sido un ejemplo de afición taurina por encima de todo, y ha soportado con gallardía los “embates” que le ha podido jugar el destino.
Para los aficionados nacidos en la Transición, como yo, tenemos guardadas las faenas de los 80, en video vhs por supuesto la del toro de Osborne, y alguna tarde suelta de la década de los 90, (ya retirado), y las mismas las observamos con intenso interés y con una profunda devoción al clasicismo fundamental de la tauromaquia.
En estos dos días he visto fotos de archivo particular, y me quedo con una que ha sido la que ha explicado su valor y su gallardía. Se trata de la imagen que encabeza este comentario y expresa un momento que el Maestro Chenel apreciaba, como era la de fumarse un pitillo en un patio de caballos antes de realizar el tradicional paseillo. Imagen que todos los aficionados tenemos en la cabeza pues era habitual y continua. Pero esa imagen demuestra otra característica, y dice mucho de su espíritu ante la vida. La imagen se encuentra recogida en el patio del desolladero de Almería, la tarde del 31 de agosto de 1985, y ese instantánea recoge el rostro de la tristeza y la preocupación de un torero ante la perdida de un amigo la tarde anterior en la plaza de toros de Colmenar Viejo. José Cubero “Yiyo” perdió la vida, y “Antoñete” fue testigo directo del trágico suceso. No tenía fuerzas para torear en Almería, y el maestro, con su pitillo, apareció con gallardía y honor, en el patio de cuadrillas para rendirle homenaje a su compañero y amigo.
Esa tarde un toro de Joaquín Buendia - puro encaste Santa Coloma -, tras brindar el toro al cielo, le pegó una cornada en el tercer muletazo. Chenel toreó en Almería, - según sus palabras - "para dar el ejemplo". ¡¡Que bonito, y que detalle!!. Por eso, esa imagen se me vino a la memoria en la tarde-noche del dia 22 de octubre de 2011, cuando amigos me notificaron su fallecimiento.
Su tauromaquia y faenas están en el “Vhs” o en la retina, pero la del paseíllo en la tarde del 31 de agosto de 1985 en Almería, este aficionado no la podrá olvidar.
Esa frase, y esa filosofía de vida, es la que otorga a la tauromaquia de “Antoñete” un sello especial, y es la que ejemplifica la trayectoria de un Maestro, que con su sencillez y bondad hizo que los aficionados le tuviéramos cariño y devoción. Descanse en Paz.
Cronica de la corrida (Hemereoteca «ABC»)
Foto: Archivo
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