Reflexiones blogueras, sobre la afición, la lidia y el toro, en la corrida de ayer en Madrid

Leyendo y repasando la blogosfera, y los diarios regionales y locales, sobre la corrida de toros de ayer celebrada en Madrid, con motivo de su Feria de Otoño, en la que alternaban dos toreros que a mi personalmente me gustan mucho, por su concepto de tauromaquia, (y no precisamente la moderna), y su visión de afrontar la lidia. Fandiño y Mora ofrecieron distintas tauromaquias, pero la idéntica dimención de personas que quieren subirse al carro de las figuras del toreo. Para mí ya lo son, o por lo menos tienen más méritos que otros que estan instalados en la cabecera.

Sobre lo escrito de ayer me quedo con varias reflexiones sobre la afición, la lidia y el toro:

Sobre la afición o el público de Madrid, la que realiza Enrique Martín, del Blog Toros Grada Seis:

«Si hay una cosa que saca de quicio a la plaza de Madrid es un toro manso. Es salir un manso y la plaza desarrolla una personalidad bipolar digna de ser estudiada por el mismísimo López Ibor. Lo mismo los hay que se ponen a protestar y a tocar palmas de tango, se supone que para pedir que sea devuelto a los corrales, que en el arrastre se le ponen a ovacionarle, aunque el mansito haya ido cinco veces al caballo y en todas haya salido despavorido al notar el hiero, incluyendo el lanzamiento de coces mientras iniciaba la huida. Quizás en el próximo pliego de condiciones para la explotación del coso venteño habrá que incluir una nueva cláusula que obligue a los adjudicatarios a entregar un bono de diez sesiones de psicoanalista junto al abono de San Isidro. O quizás en las largas colas de espera habrá un señor con bata blanca y un sofa para todo aquel que quiera hablar de su relación los mansos de las Ventas.»

Sobre la lidia, la que realiza el profesor Juan Medina, en su blog de referencia, el escalafon del aficionado:

«Que el toro bravo sea el argumento central de la obra, no significa en mi opinión que el animal sea más importante que el hombre. Para mí, el hombre será siempre más valioso porque torea sabiendo que puede morir, y el toro embiste sin saber que lo puede matar.Sin toro no hay Fiesta. Pero sin hombre no hay lidia, destreza, arte, sentido del arte. Todo eso que hace de la Fiesta algo más, mucho más que un festejo: un rito. O sea, cultura.»

Y por último, sobre los toros, la que se expresa, en otro blog de refrencia, Hasta el rabo todo es toro:

«Para llegar a este punto el aficionado -santo, santo, santo, carne de beatificación vaticana-, tuvo que soportar una nueva golfada de la empresa que gestiona como si fuese un cortijo andaluz la primera plaza del mundo. El ganado de Gavira había conseguido, a priori, lo que no consigue ni el mismo José Tomás: poner de acuerdo a todo el mundo. Era un petardo cantado. Los bichos de la divisa gaditana son un compendio de lo que no debe ser un toro bravo. Flojos, mansos, descastados, al que no gazapeaba se le partía el cuerno, al que no se desmochaba embestía como un borracho, y el que no iba mamado no dudaba en cocear como burra resabiada al llegar a la jurisdicción del caballo. Qué montón de basura. No los bichos, que no tienen culpa, animalitos míos, sino aquellos malhechores que los compran para hundir a los dos toreros que, junto a Urdiales, están llamados a ser voz y voto de la afición conspicua.»

Foto: Enrique Martín (Blog torosgradaseis)