Terminada la feria de San Isidro, aburrida y mala, donde ha emergido de forma patente la mansedumbre, los borregos, y la falta de casta de la cabaña ¿brava?, y donde el «mono-encaste» ha tenido una notable repercusión negativa. Los profesionales que se enfrentan a la noble y difícil tarea de lidiar y dar muerte a las reses han demostrado en su gran mayoría una vulgaridad y una falta de ilusión enorme. Un desastre en el «animus» del que siente y padece un espectáculo taurino.
Si algo ha tenido San Isidro, y la denominada «Arte y Cultura» - para algunos «desastre y tontura» - es que los triunfos y fracasos no han tenido el eco y finalidad deseada. Aquellos que han pasado de puntillas, o con petardos sonados, seguirán haciendo lo mismo el resto de la temporada porque tienen aseguradas las 60 corridas/per año. Pero el petardo ha quedado sobre el ruedo venteño. Y para aquellos que han tenido la fortuna de salir airosos, y triunfales (Mora y Talavante), les queda la honra de cumplir con lo «pactado», y asumir algún compromiso para justificar sus méritos. Pero todo seguirá igual.
¿Y que pasa con el aficionado?; ¿qué ha sentido tras los triunfos?. Pues mi opinión es que para los aficionados, lo acontecido en Madrid, - como uno de los ejes principales de la temporada – no ha tenido el impacto de reacción necesario para que los triunfos vistos recientemente hubieran sido el acicate que la fiesta necesita. ¿Y por qué?. Pues sencillamente porque el aburrimiento y la vulgaridad se han apoderado en la mente del aficionado. Que se lo pregunten a los aficionados de Madrid, que han aguantado «bueyes y carretas», tarde tras tarde, y sin ver la más mínima emoción, exceptuando una o dos tardes. ¿Es justo ese resultado?.
El aficionado a los TOROS, necesita un revulsivo, más allá de los mano a mano anunciados, de José Tomás, o de los miles de efectos mediáticos que nos mandan los empresarios (algunos muy maleducados que por sus «gestos» los conoceréis) para reclamar la atención y desviarla en otro sentido.
Decía un poema de José Hierro, que «Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría, No podrá morir nunca». Los aficionados, que estamos vivos, hemos visto muchas veces la emoción, la bravura, la nobleza y por supuesto la integridad de un espectáculo que esta perdiendo esos elementos conforme avanza la temporada. Regeneremos con nuestras fuerzas un espectáculo que perece, y desmotiva de forma alarmante a los aficionados. Talavante y Mora no pensarán lo mismo.....pero sus triunfos son reflejo de esa falta de motivación que motiva una desertación de público en los aforos de las plazas de toros.
Mi pregunta que dejo en el aire: ¿Cuántos aficionados de Madrid volverán por San Isidro el año que viene?.
Mi pregunta que dejo en el aire: ¿Cuántos aficionados de Madrid volverán por San Isidro el año que viene?.
Foto: Gabriel Bravo
1 comentario:
Amén
Un abrazo
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