Segunda novillada de promoción en al Maestranza, con un cuarto de plaza en los tendidos, donde destacaba la persencia de muchso jóvenes, algo ya tradicional en los festejos que se ofrecen por la empresa durante el mes de julio.
Se lidió una novillada de Villamarta, bien presentada, pero mansita en líneas generales, que le faltó raza y clase.
El novillero de la Escuela de Camas, Uceda Vargas demostró oficio en el primero con un novillo - quizás el mas potable de la noche - que manseó en los primeros tercios, tras una lidia algo desorganizada, donde el novillero mantuvo interés con la mano derecha con un novillo que pedía una muleta poderosa. Bajo de intensidad con la mano izquierda donde se acopló menos. Tras una estocada tendida y algo caída se le pidió una oreja que fue concedida.
Manuel Rueda, quizás el menos placeado de la noche, anduvo discreto con el saludo capotero. Demostró más criterio y gusto con la muleta donde en una faena larga y estructurada fue creciendo sobre todo cuando cogió la mano izquierda y las series finales con la derecha. para lo poco toreado dejó una agradable impresión. El pinchazo inicial le privó de una oreja muy solicitada. Una vuelta al ruedo fue su premio.
Cristian Parejo anduvo fácil con el capote ante un novillo que tuvo genio. Su Lídia fue mala por parte de la cuadrilla. El poco oficio de chaval quedó en evidencia con una animal que desarrolló mucho en la muleta. Faena sin él acople deseado con más voluntad que otra cosa. Con la espada desilusionó un poco.
Antonio Romero pecho con un novillo que lo costó humillar y se puso bronco en las embestidas, lo que a pesar de su voluntad dejó patente su bisoñez y poco oficio. Tras una estocada baja y de efectista ejecución su público pidió una oreja que la Presidencía, con mucho acierto, no concedió. La educación de los públicos empieza por actuar con esa firmeza.
El novillero «Solalito» anduvo suelto con el saludo capotero donde demostró que sabe torear a la verónica. Vibró el público asistente con el tercio de banderillas donde el alumno de la escuela del Campo de Gibraltar demostró variedad y muchos efectos en el citado tercio. Con la muleta planteó una faena firme y poderosa con un animal que tuvo genio y que salía huyendo de los engaños. Inteligente y con oficio se le vio a este novillero que supo resolver los problemas del novillo. Tras una gran estocada se le recompensó con una justa oreja. Gran actuación del novillero.
Rafael Leon se fue a la puerta de chiqueros para recibir al último de la noche. Demostró clase y buen hacer con el capote y la muleta. Con un novillo que tuvo fijeza, el malagueño anduvo fácil pero sin decir nada. Correcto en sus planteamientos pero poco eco en los tendidos.
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