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domingo, 11 de agosto de 2019

Ponce indulta a "Fantasía", bajo el Concierto de Aranjuez, en el Puerto de Santa María (Cádiz)

Tras varios años sin ver toros en el Puerto, volvía a una plaza de toros con mucho encanto y pude observar el mal endémico que vive la fiesta por mucho que veamos atisbos en algunas plazas de que la salud de la fiesta sigue viva. Bajo el prisma de la emoción, que vaya por delante, es necesaria, y la diversion, no se deben tolerar los aplausos por faenas insípidas, aburridas y solicitar indultos sin un rigor técnico. A la fiesta de hoy le falta naturalidad y sentido común. Puede que yo sea el raro o el equivocado, pero cierto acelero en los sentimientos no puede llevarnos a pararnos y ver la realidad desde otra perspectiva.
Se ha cubierto la totalidad de la plaza para ver la reaparición de Ponce, la siempre noticia de ver a Morante - desdibujado toda la tarde -  y certificar que Manzanares sigue siendo el niño mimado del Sur.
Los toros de Juan Pedro Domecq, correctos de presentación, tuvieron genio y les faltó clase y raza, excepto el indultado - de nombre Fantasía, marcado con el número 106, nacido en enero  de 2015 y de peso 525 kilos -, que tuvo la fortuna que le tocó en suerte a Enrique Ponce. Buen toro para una vuelta al ruedo.
Ponce con su primero, muy técnico y con oficio ante un toro que nunca se entregó. Faena muy de la casa, con detalles y pases de pecho muy profundos y dando los toques necesarios para aguantar a un animal que se metía por el izquierdo. Tras una estovada defectuosa y baja, se le ovacionó.
Con "Fantasía" llegó el delirio, y en los primeros tercios no hubo nada destacable. La explosión llegó después, con una faena memorable de Ponce bajo la música del concierto de Aranjuez que cautivó a una plaza emocionada con el regreso del de Chiva. Faena efectista, artista y entregada a un animal que le sirvió desde los primeros compases con la muleta. Un faenon, sí, pero en el caballo apenas tuvo pelea de bravo, y en banderillas nunca se entregó. Anduvo listo y profesional Ponce, que tras varios toques y pases ligados fue construyendo una hermosa faena, tapando defectos, y exhibiendo todas las virtudes de un animal que fue noble, repetidor pero, insisto, nada bravo. Provocó el indulto tras eclipsar con una serie con la izquierda y unos doblones de la casa que pusieron a la plaza medio loca. Tardó la Presidencía en decidirse pero al final se indulto. Dos orejas y todos tan contentos.
Morante lo intentó con su primero, con un toreo que apenas dijo nada por la falta de raza de una animal sin apenas relato. Tras un pinchazo y media estocada tendida, fue ovacionado. 
Con el quinto, un mero reflejo de su temporada. Ante un animal, lavado de cara y que demostró poco celo en los engaños, siempre las manos por delante, abrevió y la bronca se escuchó en Sanlucar de Barrameda. 
Manzanares le tocó en suerte un primero con mucho genio que no quería nada por la izquierda. Faena muy tensa y poco dinamizadora y sin las apreturas adecuadas. Mejor dos series con la derecha que tuvieron cierto empaque. Lo mejor la estocada que recetó al incierto Juan Pedro. Una oreja fue pedida y concedida. 
Con el último, el de Alicante, volvió a tirar de repertorio. Faena con desajustes pero pausando las series cortas, con un toreo fundamental basado en la mano derecha. No quiso o no pudo hacerlo con la mano izquierda. Faena con estocada caída pero de fulminante efecto y bajo la sinfonia del “orobroy” que puso ottra vez la sensibilidad del público a flor de piel, se le pidio con fuerza una oreja que le permitía salir a hombros en la feliz reaparación del diestro de Chiva. Si es bueno para la fiesta...
 

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