«En psicoanálisis una de las vías regias para explorar “la verdad” que hay en el sujeto, en su inconsciente, es la llamada asociación libre. Dicho término hace relación a todas sus ocurrencias, ideas, imágenes, emociones, pensamientos, recuerdos o sentimientos, tal cual como se le presentan, sin ningún tipo de selección, sin restricción o filtro, aun cuando el material le parezca incoherente, impúdico, impertinente o desprovisto de interés, que al paciente se le vengan a la cabeza durante la sesión. La asociación libre, ni que decir tiene, que ocurre también fuera de la sesión de psicoterapia, esto es en la vida cotidiana.
Viendo los toros lidiados en las sevillanas Ferias de Abril y San Miguel, alguno asoció libremente y varias veces, sin venir a cuento ni buscarlo, con Fígaro, ese barbero de ¿ficción? que dio pie a la trilogía de Beaumarchais, llevada con tanto éxito a la ópera. La ópera y los toros sin que tuviera que andar la sempiterna e imprescindible Carmen en ella. Barbero, mucho barbero como contenido de asociación libre.
Pero es que hay más tela. Otras tardes los contenidos asociativos que se le venían a la cabeza tenían que ver con el flamenco. Este también, y bastante más que Fígaro, está vinculado a los toros.
Los contenidos flamencos que se imponían en la mente de nuestro hombre era por Tangos y por Tientos. Unas veces por tangos del Piyayo y otras veces por tientos flamencos. A lo mejor era porque al buen hombre lo estarían tangando y se tenía que andar con tiento para la próxima vez que pasara por taquilla. A lo mejor no, y eran asociaciones que tendría que descubrir su contenido. Lo cierto era que las letras que asociaba eran:
Por tientos:
Barbero, Barbero de lengua larga
tu pare municipá,
de las barbas que no afeites
tu pare se encargará.
Por tangos del Piyayo:
Adiós patio de la carcel
Rincón de la barbería
que quien no tiene dinero
se afeita con agua fria.
Ay pena, penita, pena que las otras barberías, las de verdad, aquellas en las se formaban muchas tertulias de toros, hayan derivado en peluquerías. Como las barberías se resisten a desaparecer, funcionan las otras. Aquellas en las que te toman el pelo.»
*Luis García Caviedes, aficionado de Sevilla
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