«YA con pie en tierra almeriense, con el compás de las horas cambiadas y atendiendo a las muchas llamadas pendientes de los que se han interesado por el más allá de lo publicado durante estos días pasados desde México, intento asimilar la multitud de experiencias que por novedosas e intensas han impactado en mi espíritu de aficionado. Ha sido éste un encuentro, por resumir, con la historia, los afectos, la amistad, el respeto y el sentimiento.
La historia porque la tauromaquia en México lo es. Por un lado en el primer encuentro con La Monumental, la plaza con mayor capacidad de espectadores del mundo, con toreros de allá que son historia viva, con su apasionada afición y con el origen del toro mexicano señalado en la ganadería brava de San Mateo. La historia del toro bravo de aquel país no podía entenderse sin conocer esta ganadería, abierta hoy en día en tres hierros, bajo la misma propiedad de Ignacio García Villaseñor ya delegando en sus hijos. San Mateo, San Marcos y San Lucas han dado forma y fondo. En un principio el ganado fue criollo sustituido por otras del Marqués de Saltillo compradas en Sevilla, precisamente el primer lote de seis vacas, una de ellas cargada con un futuro semental, y dos toros y el segundo lote, que cumple este año el siglo, con diez hembras exclusivamente. Y con esta base histórica, que se desarrolla con los matices propios de sementales y vacas notables de emblemáticos nombres, con la hospitalidad ya descrita, vivimos un tentadero de vacas que resultaron pujantes, con fondo de bravura y clase, y con la expresión de un toreo de Ruiz Manuel y El Calesa diferentes y a su vez muy interesantes. Si en España es válida la distancia, el cruce y echar la muleta al hocico, allá en México llega a ser casi lo contrario; cercanía sin cruce con muleta retrasada a la cintura y cite a la espera para después bajar la mano. Y en ese muletazo obligado en el último tramo era dónde los animales sacaban a relucir su gran fondo de bravura con un repetir incansable y de mucho aguante. Toreo de muchas teclas a tocar, mucha entrega y concentración con medida de los terrenos que Ruiz Manuel supo poner sobre el ocre ruedo de la plaza de piedra vista y palco cómodo que fue usado por un solemne silencio de la multitud que acompañaba con admiración.
El afecto hay que señalarlo como el gran éxito del torero almeriense. Y la suerte grandiosa de haberlo podido disfrutar y compartir. La trama social que Ruiz Manuel atesora allá es seria consecuencia de la devoción por quien consideran un gran torero. Y son ellos los que valoran la calidad de su toreo y sus formas en la calle. Por nombrar algunos citar a Marco A. Jiménez Briones, Carlos y Alfredo Cervantes, la saga de los Carmona, Martha Figueroa, Cecilia Ramírez Tiscareño, Jorge Anciola Echavarría, Rafael Rojas Torres, Víctor Santillán Gómez, Ángel Bernal Mercado, Pepe Garay , Ernesto Zermeño Vega, Marcos, Pablo Ignacio y Juan, hijos del ganadero de San Mateo, y multitud de aficionados anónimos. El trato de los profesionales del toro ya es cuestión aparte porque aquí la devoción, admiración y respeto por él roza lo estratosférico. Y esto da que pensar de las formas en mi amada tierra. Quizá aquí valga el dicho de que "quien bien te quiere te hará llorar". Quizá.
Pero va más allá el sentimiento de amistad que te trasladan ya que abordan el lazo de hermandad. Son los amigos mejicanos impresionantes en el trato desinteresado con el único gusto por hacerte encontrar bien. Y lo consiguen sin el agobio de agasajo forzado. Muy al contrario. Saben estar en esa disposición magnética de un sentimiento mutuo. Todos sin excepción han dejado marca y lazos imposibles de olvidar. Merecen más visitas y a la espera estamos para que de cumplir promesa de conocer la feria de Almería con Ruiz Manuel encartelado. Puede ser la gran fiesta de México en España. Difícil va a ser estar a su altura de atenciones, pero los esperamos ansiosos y con los brazos abiertos en toda su máxima extensión.
Ya he comentado el respeto por todo lo que viene de la "madre patria" y, en este caso, en la particularidad profesional de la imagen del torero español, en esta ocasión, encarnada en el nombre de Ruiz Manuel. No puedo certificar en el trato con otros coletudos, pero lo vivido con él ha sido estremedecedor ; lo consideran y tratan como una figura. En alguna entrevista intenté que me contase o describiera cómo era México y los mejicanos. Siempre se quedaba pensativo e intentaba resumirlo todo en simple frase: "lo que a México le das te lo devuelve en mayor grado". Ahora lo entiendo, sin mitificar, hay que ir allí para sentirlo. Merece la pena.
Y por sentimiento el de la plaza en sus olés entregados y rugidos cuando la mano se baja y se ligan los muletazos. Gritos acompasados que nacen del alma emocionada. Entrega única también en la desaprobación por la meta del éxito no conseguido. Exigencia con el que saben que desarrolla calidad en el toreo y condescendencia en el que no llega más allá que al adorno pinturero. Toreo el de México con matices interesantes: vueltas al ruedo en sentido contrario, extraordinario orden en el callejón, concesión de rabos con pañuelo verde, tiro de arrastre a la mejicana en la doma, silencios de banda de música durante la lidia, alivio de remate de salida dando larga con capote de subalternos desde los adentros del burladero, entrega de admiración incontrolada de los aficionados con los mejores deseos al "matador" en su tránsito hacia la plaza y gran montaje gastronómico y de multitud de tenderetes variados a modo de fiesta grande en los aledaños de La Monumental.
Han sido diez días de impacto con las particularidades de la gastronomía y los destilados y fermentados, del folclore inmenso con los Mariachis entregados, de la historia reflejada en piedras y edificios únicos, de el quiebro con el mito real de la inseguridad bastión del cambio gubernamental que se palpa, del amor por el país tan lejano en kilómetros pero tan cercano en sentimientos como es el nuestro.»
*Escrito por Benjamín Hernández Montanari (Peridista del Diario de Almería). Publicado el dia 8 de enero de 2012, en el citado periódico.
Foto: Diario de Almería. (Benjamín Hernández Montanari)
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