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viernes, 5 de junio de 2015

18ª abono de Sevilla: Una terna, con diferentes conceptos, ilusiona a la Maestranza

Día del Corpus Christi en Sevilla, y como manda la tradición taurina de la ciudad, después de la procesión sacramental de por la mañana, es visita obligada cumplir con otro rito, la de visitar la Real Maestranza esn un día donde el sabor y aroma de la ciudad es diferente. Y si es para ver una novillada con tres novilleros que necesitabamos verlos, por diferentes maneras y conceptos, mucho mejor. Y es que la novillada en expectación no ha defraudado. A lo mejor en el juego de los novillos de Villamarta no ha sido el deseado, aunque han sido nobles les ha faltado raza y empuje, no han termoinado de romper, pero hemso podido observar que el murciano Filiberto sabe torear con cierto gusto y temple, que el peruuano Roca Rey tiene hechuras de futura figura del toreo, y que el sevillano Pablo Aguado ha demostrado raza y pundonor ante el sexto de la tarde. Tarde importante en la Maestranza, con tres conceptos de novilleros muy diferentes y que han mantenido la ilusión a la media plaza escasa que ha asistido a la Plaza de Toros de Sevilla.  
Filiberto tuvo un primer oponente que tuvo la raza justa y que desparramaba la vista por el derecho. No se empleó nunca el animal y el novillero tuvo su mejor momento por el izquierdo el mejor pitón que no fue aprovechado del todo. Tras una estocada entera fue ovacionado el torero. 
Con el cuarto el murciano dejo detalles de muy buen gusto y pudo acoplarse a una sosa embestida de un animal que términó rajandose. Derechazos muy templados y firmes con la planta muy asentada. Varios redondos con ambas manos pudieron el epílogo a una faena que tuvo cierto interés, y que trasn una estocada fulminante se le pidió con fuerza uan oreja que la Presidencia justamnete otorgó.
Roca Rey demostró en su primero su toreo de valor sereno y su quietud, demostrando buenas maneras. Saco agua de un pozo seco, y su voluntad y oficio tuvo recompensa para ligar pases de mérito por ambos pitones. El animal le faltó raza y condición y nunca despertó del todo. Tras una medía estocada se le pidió una oreja que le fue concedida por el palco. 
Con el quinto tuvo una destacada y meritada actuación, donde se le notó ya con el capote esa cabeza y suavidad con la que gusta interpretar su tauromaquía. En el caballo - como toda la corrida- se picó lo justo y para pasar el mero trámite, - o sea nada -  y la posterior faena de muleta tuvo dos virtudes; tecnica y sentido.  Planteo una series compactas y firmes que hicieron sonar la música muy pronto. El público estaba entregado con Roca Rey. Novillero con arrojo y valor que demostró desde su comienzo de faena que venía a triunfar. Faena por ambos pitones con pases ligados que tuvieron eco en los tendidos. Tras una estocada espectacular, echándose en el morrillo del animal, y con un varetazo en la zona escrotal, se le concedió una oreja, tras una petición fuerte del público asistente. Pablo Aguado le tocó en suerte un primer novillo parado, sosote y sin transmitir mucho. Detalles y muchos pases sin terminar de romper ni para bueno ni para malo. Tras un pinchazo y una estocada fue ovacionado. 
En el sexto tuvo Aguado la mejor versión. Guión nuevo para un torero que necesitaba quitarse la presión de ser la última tarde en esta temporada en Sevilla, y reivindicar que quiere ser figura del toreo. Recibió de rodillas en el medio de la plaza a un serio novillo - el más fuerte de la corrida -  con unos afarolados muy ajustados donde la emoción vino cuando prendió al novillero de feas maneras, y aun dolorido siguió recicibiéndolo de rodillas, revoleras y sonando la música del Maestro Tejera. La plaza aceptó el guión y descubrió la raza y casta de este novillero, que no olvidemos que solamente lleva tres novilladas picadas en su haber. Se midió algo más en el caballo, y en banderillas apretó a las banderilleros. En la muleta, el animal con peligro evidente,  Aguado planteó firmeza y una pelea constante con las pocas embestidas de un novillo que se defendía con intensidad. Aguado tiró de épica y de continua raza para solventar una lidia incómoda, donde la emoción volvió a quedar patente.  Tras una estocada entera, de muerte rápida se le pidió con mucha fuerza una oreja que le fue concedida. Y esa que Aguado creció como torero en un día muy señalado en el calendario sevillano.
 

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